martes, 11 de noviembre de 2025

Premio L´Oréal- UNESCO 2025 para la científica que desarrolló un método de vanguardia para que las plantas resistan a las olas de calor

 

Premio L´Oréal- UNESCO 2025 para la científica que desarrolló un método de vanguardia para que las plantas resistan a las olas de calor

Se trata de Gabriela Pagnussat, investigadora del CONICET en el Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB)

Las olas de calor acechan a los cultivos en todo el mundo. 

Mientras la temperatura media global aumenta cada año, la científica del CONICET Gabriela Pagnussat encontró una manera de que las plantas no mueran frente al estrés por calor. 

Diseñó, junto a su equipo de trabajo en el Instituto de Investigaciones Biológicas (IIB, CONICET-UNMDP), un camino para modificar sus genes y dotarlas de “memoria del estrés térmico”, lo que significa que estas plantas nacen aclimatadas a las altas temperaturas. 

Por su descubrimiento, que promete ser una solución biotecnológica al problema mundial de la pérdida del rendimiento en las cosechas, recibió el Premio L´oréal-UNESCO 2025 “Por las mujeres en la ciencia” en colaboración con CONICET, lo que le permitirá dar el próximo paso en su investigación y validar en desarrollo en plantas de arroz y de soja.

“En el mundo, por cada grado de incremento de temperatura media global se pierde entre el tres y el diez por ciento de la producción, lo que significa más de cuarenta mil millones de dólares de pérdidas de manera directa cada año y otros sesenta de manera indirecta”, asegura la científica de 53 años que acaba de ser premiada por su proyecto, que se titula 

“Hacia cultivos resistentes a las olas de calor: Activación del factor de splicing SWAP mediante tecnología CRISPR-dCAS9”. 

El proyecto consiste en desarrollar líneas de plantas con capacidad para tolerar estrés por altas temperaturas que en un futuro puedan extrapolarse a cultivos agronómicos de alto valor, para mejorar su adaptación a eventos de calor extremo y su productividad. 

“Encontrar los mecanismos moleculares de respuesta al calor –dice Pagnussat- nos va a permitir brindar herramientas biotecnológicas para que los cultivos del futuro sean más sustentables”.

Si bien en el mundo varios grupos de investigación y empresas multinacionales están enfocadas en resolver el problema de la tolerancia de las plantas al calor desde hace años, el grupo de trabajo de Pagnussat está a la vanguardia de ese  campo de estudio: 

“Hace unos años, nuestro grupo descubrió el mecanismo por el cual las plantas mueren por calor, y vimos que si frenábamos ese mecanismo, las plantas se hacían resistentes al calor sin necesidad de echar mano a la ´termotolerancia adquirida´, que es cuando las plantas se aclimatan previamente para tolerar períodos de calor extremo. 

Es decir que descubrimos cómo las plantas pueden tolerar las olas de calor sin necesidad de aclimatación previa”, dice Pagnussat.

A la vanguardia

El momento bisagra en el camino de Pagnussat hacia el diseño de plantas resistentes al calor ocurrió en el año 2012, durante un congreso al que la científica asistió en Washington DC. 

Allí conoció a un colega de la Universidad de Columbia que acababa de describir un nuevo mecanismo a través del cual las células tumorales mueren en los seres humanos. 

A Pagnussat se le ocurrió traspolar el descubrimiento de las células tumorales en seres humanos hacia las plantas. 

Ya de regreso a su laboratorio, junto a sus colegas del CONICET Ayelén Distéfano y Victoria Martin, sometió a un grupo de plantas en las que había inhibido el mismo camino de muerte celular que había descripto su colega de la Universidad de Columbia, a una temperatura de 55 grados centígrados, y dejó otro grupo de plantas sin tratar. 

Encerradas en el laboratorio frente a su experimento, comenzaron a ver que las plantas tratadas sobrevivían, y las que no habían sido tratadas, morían. 

“´No puede ser´, decíamos con Victoria y Ayelén, y lo repetíamos una y otra vez y siempre nos daba igual. 

Si sometíamos a las plantas a otro factor de estrés, como la sequía, no funcionaba: las plantas se morían. 

Ahí nos dimos cuenta que estábamos frente a algo muy diferente”, recuerda la científica, “algo que nos permitía actuar puntualmente contra el calor”.

El mecanismo que lograron inhibir se llama “ferroptosis”: un proceso de muerte celular que depende del hierro, y se dispara específicamente por calor. 

Ese descubrimiento lo publicaron en el año 2017 en un paper que fue portada de la revista Journal of Cell Biology. 

“A partir de este descubrimiento empezamos a ver que en otras especies ocurría lo mismo, de hecho hay grupos que reportaron un mecanismo similar en otras especies, y también vimos que ocurre en algas unicelulares, y en bacterias fotosintéticas, es decir que es un mecanismo muy conservado. 

Eso nos dio la pauta de que se podía replicar teóricamente en cualquier planta. 

En cualquier cultivo nosotros podríamos detener este mecanismo de muerte celular y obtener plantas resistentes a las altas temperaturas”, señala la científica laureada.

Para frenar la ferroptosis, la científica llegó a SWAP: un gen que participa en un mecanismo molecular que se llama Splicing y que aparece cuando se inhibe la muerte celular que es afectada por el calor en las plantas. 

Al activar “SWAP le conferimos a las plantas como una ´memoria del estrés térmico´. 

Al modificar la transcripción de SWAP, lo que nosotros modificamos es esa memoria”. 

Para “prender” SWAP, es decir que estas plantas tengan este mecanismo encendido sin un estrés o una preaclimatación, utilizaron una tecnología para modificar genes llamada CRISPR-dCAS9. 

“Sería como implantarles una memoria artificial: transformamos a todas las plantas en plantas que recuerdan un calor que nunca antes vivieron. 

Eso las hace nacer preparadas para las altas temperaturas”, indica Pagnussat. 

“En lenguaje científico, esa es la gran hipótesis de nuestro proyecto: que si nosotros tenemos prendido SWAP, aun cuando las plantas no estén sometidas a ningún tipo de estrés, estamos preparando a esta planta para cuando venga una ola de calor”, detalla.

Y subraya: “El hecho de que este mecanismo solamente responda al calor es además una ventaja. 

Sabemos que si modificamos genéticamente la planta para que subsista al calor, no vamos a afectar otras funciones de la planta, su desarrollo o crecimiento. 

Este descubrimiento nos posiciona en un lugar clave para una innovación tecnológica. 

Obtenemos plantas que ya desde la semilla tienen ese gen SWAP activado, es decir, una planta preparada para soportas las altas temperaturas todo el tiempo, aunque no haya sido aclimatada”, dice Pagnussat, que creó recientemente la Empresa de Base Tecnológica llamada Thermoreleaf, para continuar el camino hacia la creación de plantas resistentes al calor.

Un mundo fascinante

La vocación científica de Pagnussat comenzó en el colegio secundario, “a partir de un taller de genética que tuve en el colegio, que me fascinó y dije ´yo quiero estudiar Biología´”, recuerda. 

Lo que no se imaginaba era la atracción que le iban a causar puntualmente las plantas. 

“En mi doctorado comencé a estudiar las plantas y me fascinó descubrir su resiliencia, la plasticidad que tienen. 

Las plantas no son como los animales, que pueden escapar ante una situación de estrés. 

Están expuestas a ambientes muchas veces de manera terrible y sin embargo crecen, se desarrollan, sobreviven. 

Necesitan adaptarse en el lugar en el que están, por eso han desarrollado durante su camino evolutivo estrategias a nivel bioquímico y molecular que les permiten sobrevivir a agresiones del ambiente, tanto biológicas como físicas, que hace que tengan esa plasticidad y esos mecanismos múltiples de los cuales nosotros tenemos tanto que aprender”, señala la científica.

Para realizar su posdoctorado, Pagnussat se trasladó a la Universidad de California, en Davis, y regresó al país en 2009, gracias al programa de repatriación de científicos. 

Desarrolló su línea de estudio en plantas en el IIB, en biología reproductiva de las plantas y también en el estudio de sus respuestas moleculares al ambiente, lo que derivó en que descubriera el proceso de muerte celular programada de las plantas en respuesta al calor y comience el proyecto por el que acaba de ser premiada.

“El premio L´oréal para mí siempre fue muy relevante. 

Es un gran honor recibirlo, porque sé el talento que tienen en Argentina las científicas y la competencia que existe en el país”, dice Pagnussat, que se enteró de que había ganado un premio justo antes de entrar a un zoom de trabajo, sola en su oficina. 

Le tomó un rato salir del shock y comunicarle la noticia a sus seres queridos. 

“Ser mujer y científica a veces es un poco duro, pero creo que siempre en la vida es más fácil cuando tenés el equipo adecuado”, reflexiona. 

“En mi caso, siempre me rodeé de colegas o jefes que fueron una gran red de apoyo. 

Tengo un esposo científico que es un gran compañero y tres hijos, me fui al exterior por mi carrera, viajo, y en mi caso siento que ser mamá me hizo mucho más eficiente en mi trabajo”.

Para Pagnussat, recibir este reconocimiento ahora “es una emoción, porque no podía llegar en un mejor momento: necesitamos esta visibilidad para lograr apoyo público y privado para nuestro proyecto para seguir adelante. 

Este premio nos abre una puerta enorme para corroborar los alcances de esta nueva tecnología tan prometedora no solo para nosotros, sino para la industria agropecuaria global 

Necesitamos visibilizar cómo un proyecto de investigación básica puede ser la llave de la innovación. Porque la innovación se basa en el descubrimiento”, asegura. 

Y cierra: “Mi sueño a futuro es que lo que descubrimos se aplique en todos los cultivos que sufren olas de calor, en vid, tomate, trigo, cultivos intensivos y extensivos, y logre resolver el problema de las pérdidas de cultivo por esta exposición a temperaturas extremas. 

Estaríamos dando una solución desde la ciencia a una amenaza a la seguridad alimentaria global”.

Por Cintia Kemelmajer

CONICET

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martes, 21 de octubre de 2025

Proyectos de base tecnológica que se destacaron en el concurso IB50K del Instituto Balseiro impulsan Científicos del CONICET

 

De la ceremonia de premiación participaron integrantes de la comunidad científica, académica, empresas e instituciones patrocinantes. Gentileza: IB / Fotógrafa: Verónica Manzanares.

Científicos del CONICET impulsan proyectos de base tecnológica que se destacaron en el concurso IB50K del Instituto Balseiro

En la edición 15° de este certamen de planes de negocio fueron reconocidos equipos tecnoemprendedores con participación y liderazgo de integrantes del organismo, que obtuvieron el 1er. y 2do. premio, así como el premio especial del CONICET de Enfoque Transdisciplinario en Innovación Tecnológica. 

También las diversas iniciativas lograron premios especiales.

La jornada de premiación del IB50K 2025 fue desarrollada en el Instituto Balseiro, institución dependiente de la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA) y la Universidad Nacional de Cuyo

Allí, se entregaron los premios y menciones especiales en la 15° edición de este concurso que fomenta la creación de Empresas de Base Tecnológica en Argentina, mediante la convocatoria a jóvenes a presentar planes de negocios que se enmarcan en el desarrollo tecnológico-industrial, la transferencia y la innovación.

El primer premio fue otorgado al proyecto Calíape que a través de una aplicación móvil utiliza Inteligencia Artificial para reconectar al médico con el paciente. 

El segundo premio del IB50K y premio especial del CONICET fue entregado a Bio H41 que presentó un innovador activo cosmético natural inspirado en levaduras patagónicas; y el tercer premio a Odycell Nanotherapies que desarrolla terapias celulares de nueva generación para tumores sólidos con nanotecnología e inmunoterapia.

Integrantes de Calíape ganadores del 1er. Premio IB50K. Gentileza: IB / Fotógrafa: Verónica Manzanares.

El proyecto premiado Calíape transcribe consultas médicas, genera historias clínicas precisas y envía indicaciones claras al paciente. 

“Nosotros decidimos usar el método científico en el abordaje de la solución que proponemos. 

Las IA generativas son programas de computadora de tal complejidad que recién se los está empezando a comprender, con estudios desde una variedad de disciplinas. 

Nuestro proyecto usa una serie de IA generativas, cuyo comportamiento debe ser validado en el consultorio médico a partir de métricas precisas, determinadas en condiciones conocidas y reproducibles”, expresó Flavio Colavecchia investigador del CONICET, del Centro Atómico Bariloche, en la Comisión Nacional de Energía Atómica (CNEA).

Y añadió: “En nuestro caso usamos la estadística, el análisis de señales, y metodologías del procesamiento del lenguaje natural para estudiar el flujo de información que va a manejar nuestra aplicación. 

Esta etapa de validación científica es fundamental para asegurar el éxito en el uso de Calíape”.

A su vez, Colavecchia, experto y mentor en Calíape, explica que distintos tipos de IA se utilizan en la vida cotidiana, y la salud no es ajena a este cambio de paradigma, “en la actualidad en el sector salud vemos IA específicas, sobre todo en el área de diagnóstico por imágenes. 

Por ejemplo, en Fundación Intecnus estamos trabajando con IA específicas para la determinación de densidad mamaria en mamografías, el cálculo de magnitudes clínicas relevantes a partir de resonancias magnéticas cardíacas, e incluso, sistemas de asistencia a la planificación de tratamientos en Radioterapia. 

El uso de IA generativas es todavía incipiente, pero sin duda va a marcar un antes y u después en la adquisición y gestión de datos médicos”.

Sobre el reconocimiento especial del CONICET de Enfoque Transdisciplinario en Innovación Tecnológica María Celeste Ratto, directora del CONICET Patagonia Norte, destacó: 

“Para el CONICET es muy importante apoyar esta iniciativa del Instituto Balseiro que hace tantos años viene incentivando la innovación. 

Gran parte de los proyectos está integrado por personal del CONICET lo que muestra nuestro compromiso con el desarrollo de soluciones a los problemas y desafíos de nuestra sociedad”. 

Asimismo, Ratto destacó que “este año nuestro premio estuvo dirigido a los mejores proyectos que mostraran enfoque interdisciplinarios a fin de fortalecer una visión de la ciencia colaborativa y multidisciplinar”.

Bio H41 al momento de recibir el 2do. Premio del IB50K. Gentileza: IB / Fotógrafa: Verónica Manzanares.

Bio H41, proyecto ganador de este premio especial y del 2do. premio del certamen, se trata de una startup que desarrolla ingredientes cosméticos innovadores a partir de levaduras patagónicas. 

Es una alternativa biotecnológica y sustentable para la industria cosmética global basada en la fermentación de precisión para activos con propiedades antioxidantes y fotoprotectoras con un enfoque que se centra en los bioprocesos sostenibles de bajo impacto ambiental.

“En este premio hay gran relevancia del CONICET. 

En nuestro equipo hay investigadores que hace más de 20 años pertenecen al organismo y han estudiado durante mucho tiempo. 

Es importante el premio de una institución tan reconocida para validar toda esa investigación”, expresó Matías Altilio, líder de Bioprocesos y Operaciones de Bio H41

Y resaltó el impacto y la cadena de valor que genera la sinergia entre el CONICET y la industria privada.

Con visión a futuro Altilio aseguró que “en el corto plazo pensamos concretar nuestras primeras ventas en el mercado local y validar comercialmente nuestro producto. 

A 10 o 15 años proyectamos contar con una planta propia de producción”. 

Y agregó: “Soy fermentadorista y es un sueño que compartimos tener nuestra planta para cultivar los grandes microorganismos y captar el mercado global. 

Matías Altilio de Bio H41 junto a María Celeste Ratto directora del CONICET Patagonia Norte quien entregó el premio especial del CONICET.

Pero no solo eso sino también generar fuentes de trabajo para la economía local y para el sistema científico, necesitamos más industria privada para reinvertir en ciencia”. 

Del equipo forman parten los especialistas del IPATEC (CONICET-UNCo) Diego Libkind como responsable de vinculación y asesor científico, Martín Moliné responsable de I+D, y Nazarena Ansaldi, investigadora I+D.

Además, entre los equipos finalistas se presentaron proyectos con participación de especialistas del Consejo que buscan soluciones innovadoras con impacto económico, social y en salud, que fueron distinguidos con premios especiales brindados por distintos patrocinadores del IB50K.

Entre ellos se encuentran Circa Therapeutics, una start up biotecnológica que desarrolla fármacos innovadores para cánceres raros sin opciones terapéuticas; H2Hydra que desarrolla una plataforma de software especializado en el diseño y evaluación tecno-económica de proyectos de hidrógeno verde; InTest.Ar un test domiciliario, no invasivo y multibiomarcador que permite detectar de forma temprana lesiones precursoras de cáncer colorrectal, y Scargoth de construcción de hábitats modulares inteligentes, ultraeficientes y desmontables.

CONICET

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viernes, 3 de octubre de 2025

Microbiología Agrícola y Ambiental VI Congreso Argentino

 

 El CONICET formó parte del VI Congreso Argentino de Microbiología Agrícola y Ambiental

El encuentro, celebrado en la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires, contó con la participación de numerosos expertos, que disertaron sobre los avances en el campo de la microbiología agrícola y ambiental y su contribución para un desarrollo sustentable. 

Del evento, además de investigadores del Consejo, participaron empresas de base tecnológica impulsadas desde el organismo.

Entre el 24 y el 26 de septiembre se llevó a cabo, en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, el VI Congreso Argentino de Microbiología Agrícola y Ambiental (VI CAMAyA 2025), organizado por la División Microbiología Agrícola y Ambiental de la Asociación Argentina de Microbiología (AAM), en el marco de su 20° aniversario. 

Del encuentro, celebrado bajo el lema “Del ambiente a la aplicación: microorganismos para el desarrollo sustentable”, participaron numerosos investigadores del CONICET y de otras instituciones académicas, tanto nacionales como internacionales, quienes disertaron sobre los últimos avances científicos y tecnológicos en el campo de la microbiología aplicada. 

Asimismo, contó con el financiamiento del Consejo a través del programa para la organización de Reuniones Científicas y Tecnológicas. 

Los ejes centrales fueron el rol de los microorganismos en la bioeconomía y la producción sustentable; el potencial de la biodiversidad microbiana como recurso para enfrentar desafíos ambientales; y el papel de la microbiología básica y aplicada en el marco del enfoque “Una Salud”.

“El CAMAyA es un evento que tiene una amplia trayectoria y cuenta con la participación de investigadores de todo el país. 

Cada congreso tiene una impronta particular, pero siempre está vinculado al desarrollo y al favorecimiento de la agricultura sustentable”, afirma la Dra.  Inés García de Salamone, Presidente de la Comisión Organizadora del VI CAMAyA y profesora asociada de la cátedra de Microbiología de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Buenos Aires (FAUBA).

Durante tres jornadas de trabajo se compartieron avances en investigación básica y aplicada sobre microbiología en sistemas agrícolas, ambientales y biotecnológicos. 

El encuentro se consolidó como un espacio de intercambio para científicos, profesionales y startups biotecnológicas interesadas en promover soluciones innovadoras y sostenibles.

Conferencias plenarias, mesas redondas y espacios de difusión

De las seis conferencias plenarias que se presentaron a lo largo del congreso, cuatro estuvieron a cargo de científicos del CONICET: la Dra. Natalia Gottig Schor, del Instituto Biología Molecular y Celular de Rosario (IBR, CONICET-UNR), disertó sobre la biorremediación y biodetección de metales en aguas a través de bacterias ambientales; el Dr. Guillermo Maroniche, de la Facultad de Ciencias Agrarias de la Universidad Nacional de Mar del Plata, expuso sobre el impacto de los biofilms mutiespecie en la agricultura; la Dra. Roxana Medina, del Centro Referencia para Lactobacilos (CERELA, CONICET), habló sobre el uso de bacterias lácticas como inoculantes de ensilaje, mientras la Dra. Elena Orellano, del IBR y de la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario, disertó sobre Ralstonia solanacearum: de la vida en el suelo a la interacción con la planta hospedadora. 

Las otras dos conferencias fueron presentadas por el Dr. Ramón Batista, de la Universidad Autónoma del Estado de Morelos (México) y el Dr. Nicolás Rascován, de la Université Paris Cité (Francia).

El CONICET también estuvo presente en las diez mesas redondas con la participación de científicos como oradores y moderadores. 

También, en los espacios de difusión, como el espacio de la Red de Control de Calidad de Inoculantes (REDCAI, AAM), del cual participaron las cámaras empresarias de bioinsumos, y el espacio de la Revista Argentina de Microbiología de la AAM, la cual es Open Access y tiene un factor de impacto de 2,1 (2024).

En relación a las temáticas abordadas durante los tres días que duró el congreso, el Dr. Diego Sauka, Vicepresidente de la Comisión Organizadora del VI CAMAyA e investigador del CONICET en el Instituto de Agrobiotecnología y Biología Molecular (G.V. IMYZA al IABIMO, CONICET-INTA), afirma: 

“Si uno tiene en cuenta que el lema de nuestro congreso hace referencia al camino que va desde el ambiente a la aplicación, al mirar el programa se confirma que en este evento están reflejadas todas las fases de ese recorrido: desde el aislamiento de un microorganismo del ambiente hasta llegar a la formación de una empresa de base tecnológica”.

De la investigación a la creación de empresas de base tecnológica

El viernes 26 por la mañana tuvo lugar la mesa redonda “Oportunidades de la microbiología agrícola y ambiental para la creación de empresas de base tecnológica. Impacto de las aceleradoras”, en la que representantes de diferentes empresas de base tecnológicas (EBT), vinculadas a científicos del CONICET, expusieron los avances en sus respectivos proyectos. De la mesa, moderada por la Dra. García de Salamone, también participaron Matías Peire, de la incubadora GRIDX; Agustín Bramanti, de la aceleradora SF500; y el investigador del CONICET Dr. Hugo Menzella, director del Instituto de Procesos Biotecnológicos y Químicos de Rosario (IPROBYQ, CONICET-UNR), un instituto de investigación desde el que se busca impulsar la creación de empresas de base tecnológica.

En representación de las EBT, expusieron, por Taxon Bioinformatics Solution, el Dr. Martín Espariz, investigador del CONICET en la Facultad de Ciencias Bioquímicas y Farmacéuticas de la Universidad Nacional de Rosario; por Qumir Nano, la Dra. Cintia Romero, investigadora del Consejo en la Planta Piloto de Procesos Industriales Microbiológicos (PROIMI, CONICET); por M4Life, el Dr. Conrado Adler, científico del CONICET en el Instituto Superior de Investigaciones Biológicas (INSIBIO, CONICET-UNT); mientras que por UNIBAIO y Puna Bio, hablaron respectivamente las ex investigadoras del Consejo las Dras. Claudia Casalongue y María Eugenia Farías.

“La mesa es un ejemplo de cómo la microbiología agrícola y ambiental se puede conectar con la producción de empresas de base tecnológica, y un bosquejo de todo el camino que hay que recorrer. 

En este sentido, me parece que es importante mostrarles a los investigadores y a los becarios que hay caminos para que el conocimiento y los recursos que generan se puedan aplicar. 

Es importante destacar, que este tipo de vinculaciones son importantes no sólo para CONICET, sino también para las universidades, los institutos de investigación y otros organismos, como el INTA”, afirmó la Dra. García de Salamone.

Las exposiciones y el debate giraron en torno al desafío de transformar el conocimiento científico en soluciones, productos y herramientas concretas para el agro, destacando el rol de los consorcios microbianos y los bioinsumos como alternativas sostenibles para mejorar la fertilidad de los suelos y potenciar la producción de forma sustentable.

La Secretaria General del VI CAMAyA, la Dra. Luciana Di Salvo, investigadora del CONICET y docente de la cátedra de Microbiología Agrícola de la FAUBA, destacó lo importante que resulta que los distintos actores que integran el medio productivo agrícola y ambiental se articulen en pos de un objetivo común. 

En este sentido, destacó el amplio respaldo que recibió el VI CAMAyA, tanto de instituciones y organismos académicos, como del sector privado: 

“Este congreso contó con el auspicio y la participación de cerca de treinta instituciones y tuvo el apoyo de dieciséis patrocinadores, lo que demuestra el interés de los diferentes actores, tanto de las empresas como del ámbito académico, que hay actualmente sobre esta área de conocimiento”.

CONICET

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lunes, 29 de septiembre de 2025

IB50K El Instituto Balseiro distinguió a los tres mejores proyectos tecnológicos de la Argentina

 

 IB50K El Instituto Balseiro distinguió a los tres mejores proyectos tecnológicos de la Argentina

En esta oportunidad, se presentaron 38 proyectos, el número más alto de todas las ediciones, que fueron evaluados por 48 expertos bajo estrictos criterios de valoración.

En una edición récord, el Concurso IB50K del Instituto Balseiro (IB) distinguió hoy a los tres proyectos tecnológicos más innovadores de la Argentina, seleccionados entre 38 propuestas presentadas por emprendedores de 17 ciudades. 

Gracias al patrocinio de empresas líderes y universidades de todo el país, el certamen otorgó más de 50 mil dólares en premios y consolidó su misión de transformar el talento joven en iniciativas productivas con impacto real en la economía.

El primer premio fue otorgado a Calíape, un proyecto que reconecta al médico con el paciente, usando inteligencia artificial en una aplicación móvil. 

Creada por graduados de la Universidad Favaloro, Calíape transcribe consultas médicas, genera historias clínicas precisas y envía indicaciones claras al paciente.

El proyecto Bio H41 obtuvo el segundo premio. 

Se trata de una iniciativa de egresados de la Universidad de Buenos Aires (UBA) que crearon “Rhodoboost”, un activo cosmético natural elaborado a partir de levaduras patagónicas que reemplaza filtros sintéticos con una alternativa eficaz, segura y sustentable.

Finalmente, el tercer premio fue para Odycell Nanotherapies, proyecto del Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) que desarrolla terapias celulares de nueva generación contra tumores sólidos, combinando nanotecnología e inmunoterapia a través de una plataforma que elimina células inmunosupresoras y potencia la medicina de precisión.

“Es un éxito notable la continuidad que tiene este proyecto para la CNEA, ya que aquí tenemos la misión de desarrollar tecnología. 

Y para que esto sirva al país, este concurso tiene mucho que ver, porque fomenta la creación de empresas de base tecnológica, lo cual es nuestra misión y lo que nos hace bien a todos”, destacó el Dr. Ing. Germán Guido Lavalle, presidente de la CNEA.

Por su parte, el director del Instituto Balseiro, Dr. Ing. Mariano Cantero, expresó que hay que impulsar la generación de empresas de base tecnológica en la Argentina. 

“El IB50K es una de las herramientas que tiene el sector de ciencia, tecnología e innovación para transferir al sector productivo”, aseguró.

Una jornada para los emprendedores

La jornada final del IB50K comenzó con un conversatorio titulado 

“Claves para la generación de empresas de base tecnológica en la Argentina”. 

Luego de la presentación, en la que participaron autoridades del Instituto Balseiro, la UNCuyo y la CNEA, se realizó una ronda de exposiciones de los siete equipos finalistas, que dieron detalles de sus planes de negocios.

Además de los tres premios principales, se otorgaron 15 distinciones especiales aportadas por empresas e instituciones, entre ellas: 

Nucleoeléctrica Argentina SA (NA-SA), SF500, Fundación YPF, INVAP, CONUAR, Alma Global, Siemens Energy, INTA, Fundación ArgenInta, RATHER LABS, Probattery Solar, ADIMRA, Videoswitch, Dorking, Dioxitek, Fundación Balseiro y Asociación de Ex Alumnos del Instituto Balseiro.

CNEA

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miércoles, 16 de julio de 2025

Biopesticida para combatir el HLB, la enfermedad que ataca a la producción de cítricos

 

 El Huanglongbing (HLB) es la enfermedad más destructiva de los cítricos.

Desarrollan un biopesticida para combatir el HLB, la enfermedad que ataca a la producción de cítricos

Especialistas del CONICET crearon una herramienta basada en ARN de interferencia que ofrece una alternativa precisa y biodegradable para un problema que causa pérdidas multimillonarias a nivel mundial.

Un equipo liderado por especialistas del CONICET ha logrado avances significativos en el desarrollo de un biopesticida para combatir al insecto vector del Huanglongbing (HLB), la enfermedad más destructiva de los cítricos. 

La iniciativa ofrece una solución sostenible frente a las pérdidas multimillonarias que el HLB ha causado en la industria citrícola de más de 65 países, entre los que se encuentra Argentina.

Actualmente, el control del HLB se basa en el uso de pesticidas químicos que contaminan el suelo y el agua, generan resistencia a insecticidas y exterminan especies de insectos beneficiosas. 

Un equipo del CONICET desarrolla un biopesticida para combatir al vector del HLB. FOTO: Gentileza investigadores

La propuesta desarrollada por el equipo del Instituto de Biología Subtropical de Misiones (IBS CONICET UNaMse centra en el desarrollo de biopesticidas basados en la tecnología de ARN de interferencia (RNAi), una tecnología que permitirá una drástica reducción del uso de agroquímicos y que podría tener aplicaciones para distintas enfermedades vectoriales.

El bioinsecticida permite controlar de manera específica y selectiva al insecto vector del HLB, llamado Diaphorina citri, sin afectar a otros insectos beneficiosos para las plantas. 

“Lo que buscamos es dirigir un mensaje genético que solo puede ser interpretado por la especie objetivo. 

Entonces, con este mensaje de autodestrucción logramos  interferir en la actividad de ese gen”, detalla Marcos Miretti, investigador del CONICET en el IBS y uno de los líderes del proyecto.

Esta tecnología utiliza el propio sistema de defensa del insecto para amplificar la señal y cortar el fragmento de ARN. 

“A diferencia de los pesticidas químicos, estos biopesticidas son biodegradables, no dejan rastros en el ambiente y no contribuyen a la generación de resistencia”, destaca María José Blariza, investigadora del CONICET en el IBS y otra de las integrantes del equipo.

El bioinsecticida permite controlar de manera específica y selectiva al Diaphorina citri. FOTO: Gentileza investigadores

Del laboratorio a la empresa

Este desarrollo comenzó a consolidarse después de que los investigadores participaran de distintos procesos de aceleración con fondos para startups, como SF500, que impulsaron a la creación de un proyecto para la conformación de una empresa de base tecnológica (EBT)

Este paso será fundamental para trasladar el conocimiento científico generado en los laboratorios del CONICET a soluciones concretas para la sociedad argentina y global.

Cabe señalar que el proyecto surgió de investigaciones y servicios de diagnóstico de enfermedades vectoriales previamente realizados en el laboratorio, y en base a la experiencia adquirida por los investigadores en interferencia de genes de insectos vectores de distintas enfermedades. 

Estos pasos previos fueron los que posibilitaron que el grupo pueda desarrollar un biopesticida que ha validado la prueba de concepto.

El HLB causa pérdidas multimillonarias en la industria citrícola de más de 65 países, entre los que se encuentra Argentina.

También se han realizado pruebas con pulverizaciones sobre insectos, tanto en el laboratorio del Grupo de Investigación en Genética Aplicada (GIGAdel IBS en  Misiones como en la Estación Experimental Agropecuaria Bella Vista del INTA, en Corrientes, donde el grupo de Citrus es el referente en HLB

Los resultados han comprobado la disrupción efectiva de la actividad génica en el vector.

Algunos de los próximos pasos son la validación de la tecnología de encapsulación para proteger el compuesto de las condiciones climáticas y ampliar la evaluación en campo, así como obtener el registro del producto.

María José Blariza, investigadora del CONICET en el IBS, es una de las integrantes del equipo que desarrolla el biopesticida . FOTO: Gentileza investigadores

Potencial para otras enfermedades

El potencial de la tecnología con la que están trabajando los investigadores del CONICET se extiende más allá del HLB. 

Si bien la estrategia inicial se ha focalizado en el vector de esta enfermedad, la plataforma de RNAi puede aplicarse a otras plagas importantes incluyendo a vectores de enfermedades humanas.

Este trabajo representa un claro ejemplo de cómo la investigación básica y aplicada puede converger para generar soluciones tangibles con un gran impacto social. 

“Es muy satisfactorio ver que nuestro trabajo de tantos años puede ayudar a la sociedad de manera concreta. 

Sabemos lo que sufren los productores citrícolas cuando son atacados por el HLB porque tienen que quemar todas las plantas. 

Pierden sus plantaciones y el sustento para sus familias. 

Entonces, ver que las investigaciones a las que les hemos dedicado tantos años se convierten en una respuesta para eso, es muy gratificante”, resalta Blariza.

Miretti, por su parte, destaca que este desarrollo es el resultado de una acumulación de experiencia y un proceso de largo aliento. 

A su vez, resaltó el efecto motivador que tiene el proceso de creación de una EBT para los becarios y tesistas que trabajan con ellos en el laboratorio, al ver que las investigaciones pueden ir más allá de lo académico y generar startups con impacto real. 

“Estamos atravesando un proceso muy motivador en el laboratorio que esperamos que pueda continuar y seguir creciendo”, concluye.

El equipo liderado por investigadores del CONICET impulsa la conformación de una Empresa de Base Tecnológica (EBT). FOTO: Gentileza investigadores

Por Cecilia Fernández Castañón – Área de Prensa y Divulgación Científica CONICET Nordeste

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jueves, 26 de junio de 2025

INTEC Medio siglo de desarrollo tecnológico para la región

 

INTEC Medio siglo de desarrollo tecnológico para la región

El 25 de junio de 1975 se creó el Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química (INTEC), dependiente del CONICET y de la UNL

A cincuenta años de aquella gesta inicial, la institución continúa fortaleciendo actividades científicas y tecnológicas, desde investigación básica y aplicada hasta el desarrollo de tecnología e innovación, en diferentes áreas de ciencias e ingenierías.

El Instituto de Desarrollo Tecnológico para la Industria Química (INTEC, CONICET-UNL) es una institución de doble dependencia, dedicada a la realización de actividades científicas tecnológicas, desde investigación básica y aplicada hasta el desarrollo de tecnología e innovación, en diferentes áreas de ciencias e ingenierías

Su misión, de acuerdo con el actual director Claudio Berli, “es generar conocimiento, publicarlo y transferirlo al sector productivo en forma de prototipos, procesos y servicios altamente tecnificados. 

Para ello cuenta con un plantel de investigadores y profesionales muy especializados, internacionalizados y con experticia en diversas disciplinas”.

Además, Berli reconoce entre los pilares del Instituto a su fundador, Alberto Cassano, que regresó al país una vez doctorado en Ingeniería en la Universidad de California; a Orlando Alfano -primer Doctor en Ingeniería Química graduado en una universidad argentina- y a Ramón Cerro, quien se sumó con la incorporación de otros doctores graduados en el exterior. 

El fructífero proceso de formación en el extranjero permitió generar un núcleo de doctores y doctorandos en ingeniería, como parte del plan de acción. 

Cassano, mentor del INTEC, fue Ingeniero Químico e investigador del CONICET, notable impulsor de la ciencia y la tecnología en la región, reconocido a nivel nacional e internacional por su trayectoria docente y científica en Ingeniería Ambiental. 

Además de impulsar la creación del CERIDE -Centro de Regional de Investigación y Desarrollo, hoy UAT-, presidió el Parque Tecnológico del Litoral Centro, el primero en su tipo en la Argentina.

Líneas de investigación

Los inicios del INTEC estuvieron marcados por el compromiso con la Comisión Nacional de Energía Atómica para diseñar la Planta Modelo Experimental de Agua Pesada -elemento crítico para la producción de energía nuclear a partir de uranio natural-, ambicioso proyecto nacional en pos de la independencia tecnológica en materia energética. 

El plantel de agentes del Instituto creció a unas setenta personas, planteando nuevos desarrollos.

Un importante grupo liderado por Ramón Cerro constituyó el Instituto de Desarrollo y Diseño (INGAR, CONIET-UTN) mientras que el resto de INTEC continuó con líneas de investigación y tareas académicas, sumando científicos de otras disciplinas que formaron el Programa Especial de Matemática Aplicada, el Grupo de Investigación en Física de los Materiales y el Grupo de Tecnología Mecánica.

El avance del INTEC ha generado nuevas instituciones de relevancia nacional y regional; naciendo así, en 2001, por gestión de sus investigadores, el Parque Tecnológico Litoral Centro para fomentar la incubación y radicación de empresas de base científica y tecnológica. 

En 2002, del grupo de Matemática Aplicada surge el Instituto de Matemática Aplicada del Litoral (IMAL, CONICET-UNL). 

Luego, en 2013, el Instituto de Física del Litoral (IFIS, CONICET-UNL) y el Centro de Investigaciones en Mecánica Computacional (CIMEC, CONICET-UNL).

El INTEC sigue siendo un gran instituto conformado por más de 180 integrantes entre investigadores, personal de apoyo, profesionales, administrativos, becarios, plantel al que se suman pasantes y visitantes; manteniendo un carácter multidisciplinario en Alimentos y Biotecnología, Catálisis y Fisicoquímica, Ingeniería Ambiental, Ingeniería Industrial, Ingeniería Química, Química, Polímeros y Materiales.

El INTEC fortalece su rol en la formación de posgrado

Hoy se ejecutan alrededor de 70 proyectos de investigación y se contribuye a Doctorados en Ingeniería Química y Tecnología Química (FIQ UNL); así como al dictado y creación de postgrados como Matemática, Física, Ingeniería de Alimentos e Ingeniería con varias menciones, aportando también a carreras como la de Ingeniería Ambiental.

La actual vicedirectora, Cristina Zalazar, destaca el esfuerzo de mujeres que aportaron al desarrollo de la ciencia y la tecnología desde el INTEC, como Argelia Lenardón, la primera directora que tuvo el Instituto, al frente del Laboratorio de Medio Ambiente -uno de los primeros en investigar la problemática de plaguicidas en Argentina y pionera en la detección de plaguicidas en suelo, agua, sedimentos y en leche materna. 

También destacó a Diana Estenoz, la primera mujer del INTEC en alcanzar la categoría de Investigadora Superior del CONICET, especialista en polímeros termoplásticos y termoestables basados en fuentes renovables y sintéticos para el desarrollo sustentable, el medio ambiente, la energía y otras aplicaciones industriales.

Cincuenta años de trayectoria han permitido a Santa Fe tener un ecosistema de institutos científicos y tecnológicos entrelazados con empresas de base tecnológica que han generado el mayor nivel de exportaciones de la ciudad. 

Con este escenario, el director Berli sostiene que se necesita regresar a lo que era su futuro. 

“Generar recursos basados en nuevos conocimientos es esencial para ayudar al país a modernizar su estructura productiva y generar bienestar, mejorar la productividad de las empresas y generar empleo. Es muy evidente que los países más prósperos son los que transforman conocimiento en bienestar. 

El INTEC tiene la obligación de ir en la dirección del mundo moderno y debe seguir siendo el ejemplo en la región y el país”.

Por su parte, Zalazar destaca “el respaldo provincia de Santa Fe y la capacidad del Director por gestionar con dedicación el funcionamiento de uno de los institutos más grandes del país con multiplicidad de líneas temáticas y también con diversidad de problemáticas”, resaltó también “el impulso a la producción de nuevas líneas de investigación y de vinculación tecnológica para sostener el funcionamiento del Instituto, tal como lo demuestra la puesta en valor de la Planta Piloto que permite establecer proyectos productivos y apoyar el desarrollo de empresas de la región”.

El INTEC arribó a los 50 años y continúa cumpliendo, con excelencia, los lineamientos del Reglamento: “desarrollar tecnología, colaborar con la industria nacional, estatal o privada, contribuir con el sector productivo de bienes y servicios y promover el desarrollo de nuevas empresas de base tecnológica”.

Se conmemoró el 50ºAniversario del INTEC

En el histórico Paraninfo de la UNL se celebró esta mañana el acto en conmemoración del 50º Aniversario del INTEC

El acto estuvo encabezado por el rector de la UNL Enrique Mammarella, el director del Centro Científico Tecnológico CONICET Santa Fe Rubén Spies y el director de INTEC, Claudio Berli.

En el marco del aniversario se realizó un reconocimiento a la labor, el compromiso con la gestión y la vocación desplegada por quienes fueron sus directores en las distintas etapas. 

De esta manera, por el período 1987-1988 reconocieron a Horacio Irazoqui, del 1993-1996 fue reconocida Argelia Lenardón, por los años 1996-1997 Enrique Campanella, por el período 2004-2013 Mario Gabriel Chiovetta, por 2013-2023 a Gabriela Henning

Asimismo, se recordó a aquellos directores que ya no están, pero su legado permanece por siempre: Alberto Enrique Cassano, Mario César Passeggi y Roberto Macias

Finalmente, fueron las voces del Coro de la UNL, también celebrando sus 50 años, las que tuvieron a cargo el cierre de la celebración.

Por Área de Comunicación Centro Científico Tecnológico (CCT) CONICET Santa Fe.

CONICET 

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martes, 17 de junio de 2025

Genomap Startup reconocida por el CONICET que brinda servicios de análisis bioinformáticos para realizar diagnósticos genéticos personalizados

  

Genomap Startup reconocida por el CONICET que brinda servicios de análisis bioinformáticos para realizar diagnósticos genéticos personalizados

Un servicio clave para diseñar tratamientos más apropiados para cada paciente.

La medicina personalizada representa un cambio de paradigma que revolucionó la salud: pasar de un enfoque generalizado a uno centrado en el individuo, con el objetivo de ofrecer una atención médica más precisa, segura y efectiva. 

Eso es lo que hace Genomap,  una empresa de base tecnológica (EBT) reconocida por el CONICET y fundada en 2017 que desarrolló un software con el que brinda servicios de análisis de genomas para que las instituciones de salud y los médicos puedan realizar diagnósticos genéticos personalizados a pacientes con enfermedades como la fibrosis quística o ciertos tipos de cáncer. 

El análisis bioinformático de perfiles genómicos también permite realizar un cálculo de riesgo para patologías complejas como las cardiovasculares y neurodegenerativas, como Parkinson y Alzheimer.

“Desde Genomap hacemos posible que los profesionales de la salud puedan realizar diagnósticos personalizados que son clave para diseñar estrategias preventivas o tomar decisiones terapéuticas más apropiadas para los pacientes”, afirma Patricio Yankilevich, investigador del CONICET y director de la EBT.

Yankilevich ha trabajado como bioinformático –es decir, analizando datos con herramientas de computación- en hospitales, centros de investigación, empresas biotecnológicas y laboratorios clínicos por más de 20 años. 

“Conozco bien el ecosistema biomédico y las necesidades de análisis e interpretación de datos de los proyectos biotecnológicos. 

La motivación principal que sustenta la creación de Genomap es facilitar el diagnóstico de enfermedades y permitir un enfoque más personalizado en la medicina”.

Yankilevich, especialista en el análisis de datos genómicos y desarrollo de herramientas bioinformáticas para apoyar el diagnóstico de enfermedades y su aplicación en la medicina de precisión, explica: 

“El genoma de dos personas cualquiera es aproximadamente 99,6 por ciento idéntico. 

Sin embargo, esa variación del 0,4 por ciento, que representa algunos millones de pares de bases, que son las unidades básicas del ADN, puede explicar muchas de las diferencias entre individuos. 

Algunas de estas variantes se manifiestan en nuestros rasgos físicos, otras pueden ser indetectables y otras, presentes en genes clave, se pueden manifestar como enfermedades o susceptibilidad a ellas”.

Con el software de Genomap, Yankilevich y equipo identifican e interpretan variantes genéticas asociadas a diversas patologías, lo que permite mejorar la salud y el diagnóstico de los pacientes o, en individuos sanos, prevenir o retrasar la aparición de enfermedades.

Patricio Yankilevich, investigador del CONICET y director de Genomap, una empresa de base tecnológica (EBT) reconocida por el CONICET.

Una herramienta clave para la medicina de precisión

El análisis de información obtenida a partir de la secuenciación del genoma de un paciente o grupo familiar representa un gran desafío asociado a la complejidad técnica y al gran volumen de datos, a la correcta interpretación clínica de las variantes de interés encontradas y a la privacidad y sensibilidad de la información.

“Nuestra plataforma fue desarrollada utilizando las mejores prácticas en genómica computacional y programas de código abierto, como Genome Analysis Toolkit (GATK) o Integrative Genome Viewer (IGV), que conforman los estándares científicos actuales en el análisis de datos genómicos”, afirma el director de Genomap y también director de la plataforma Bioinformática del Instituto de Investigación en Biomedicina de Buenos Aires (IBioBA, CONICET-MPSP). 

Y continúa: “Empleamos avanzadas herramientas de software bioinformático, de inteligencia artificial y análisis de big data para mejorar la precisión e interpretación de los análisis y hacer predicciones en medicina personalizada a partir de la secuencia del genoma de cada paciente”.

Patricio Yankilevich, investigador del CONICET y director de Genomap, una empresa de base tecnológica (EBT) reconocida por el CONICET.

Servicios y soluciones

Los principales servicios de Genomap son asistir a médicos genetistas en el diagnóstico de enfermedades hereditarias poco frecuentes; realizar estudios de análisis e interpretación de genoma para individuos y familias cuyos médicos desean conocer su predisposición genética; y estudios de análisis genómico de respuesta y metabolización de fármacos para apoyar decisiones sobre las prescripciones médicas.

“Nuestros servicios permiten alcanzar varios beneficios para las instituciones de salud y los pacientes, mejorar el diagnóstico médico del paciente, asesorar a médicos para poder seleccionar la terapia más indicada, conocer cuál será la respuesta del paciente a cientos de medicamentos conocidos e implementar la práctica de la medicina de prevención”, puntualiza Yankilevich, quien hizo un master en Bioinformática en la Universidad de Edimburgo, en Escocia. 

Y agrega: “Durante mi etapa de formación en Escocia, en el año 2002, se acababa de entregar el primer borrador del genoma humano, y pocos años antes en el Roslin Institute, de la misma Universidad de Edimburgo, se había logrado la clonación de la oveja Dolly. 

Era una época donde comenzaba a vislumbrarse una revolución en el campo de la salud y la reproducción”.

Después de la estadía en Escocia, Yankilevich trabajó para la compañía farmacéutica holandesa Organon Biosciences (Akzo Nobel). 

Luego fue contratado como investigador científico bioinformático en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas (CNIO) de Madrid, España. 

Durante su estadía en España realizó el doctorado en Biología Molecular en la Universidad Autónoma de Madrid (UAM) y en Argentina trabajó para la compañía de biotecnología Biosidus.  

En 2012 ingresó al CONICET y siguiendo el programa para la promoción y el desarrollo de Empresas de Base Tecnológica (EBT), fundó Genomap en 2017.

“También brindamos consultorías en Bioinformática y Proyectos de investigación científica desarrollando soluciones de software-hardware para el análisis e interpretación de datos genómicos y para el desarrollo de biobancos con fines de investigación y biomédicos”, señala Yankilevich.

Además del servicio de análisis de datos genómicos, Genomap ofrece desarrollar plataformas de análisis de datos propietarias que pueden ser implementadas en cloud o en forma local en las instituciones de salud interesadas. 

“Esta es una forma eficiente de preservar la seguridad y privacidad de la información de los pacientes”, puntualiza el investigador.

Genomap brinda servicios de análisis bioinformáticos para realizar diagnósticos genéticos personalizados.

Casos de aplicación y clientes   

Genomap ha participado en decenas de proyectos de análisis bioinformáticos asociados al diagnóstico de enfermedades, análisis de cohortes de pacientes y desarrollo de plataformas de análisis de datos genómicos asociados a distintas iniciativas biotecnológicas.

Manlab, el laboratorio de diagnóstico bioquímico y genómico más grande de Argentina, que procesa más de 30 mil muestras diarias provenientes de 1500 derivantes y cuenta con un amplio catálogo con más de 1.800 prestaciones, contrató los servicios de Genomap para proyectos específicos. 

“Para Manlab, ofrecimos servicios para precisar diagnósticos de fibrosis quística y cánceres hereditarios”, explica Yankilevich.

“El aporte de Genomap fue crucial para precisar muchos diagnósticos genómicos y genéticos que permitieron a médicos brindar terapias personalizadas a sus pacientes.  

La colaboración con esta empresa fue excelente y su trabajo se desenvolvió de manera seria, comprometida y responsable”, indica María Silvia Pérez, Bioquímica, doctora en biología molecular, especialista en genética y responsable del área de Medicina Genómica de Manlab.

Genomap también brindó servicios de análisis genómicos a Biomill, una empresa que emplea bovinos genéticamente modificados como biorreactores, es decir, como plataformas biológicas más eficientes para la producción de fármacos para uso humano. 

Algunos de sus productos son Biohormon (hormona de crecimiento humana), VHH (nano-anticuerpo contra el rotavirus) y terapias de reemplazo enzimático para enfermedades raras. 

“A esta empresa le brindamos servicios de análisis genómicos de toros y vacas genéticamente modificadas empleadas para la producción de fármacos”, explica Yankilevich.

“Biomill es una compañía que desarrolló una plataforma que busca mejorar radicalmente el acceso de los pacientes a tratamientos médicos mediante el uso eficiente y accesible de la biotecnología”, explica la licenciada Lara Bertoncin, quien se desempeña como R&D Manager de Biomill. 

Y agrega: “Genomap brindó a Biomill servicios de análisis de secuenciación genómica que fueron clave para validar y asegurar la correcta inserción, trazabilidad y seguridad del modelo productivo, es decir de nuestros animales, bovinos genéticamente modificados, empleados como biorreactores para la producción de fármacos”.

Otros clientes de Genomap fueron el Hospital Público Materno Infantil de Salta, para participar en una investigación sobre el Chagas congénito; y médicos clínicos y de otras especialidades que requirieron análisis genéticos personalizados para pacientes y sus familias.

“Para Genomap hay una gran oportunidad de crecimiento en Argentina debido a la falta de empresas especializadas en bioinformática. 

Actualmente, nuestra empresa busca consolidar su presencia en el mercado local. 

En el futuro vemos la posibilidad de realizar proyectos internacionales”, afirma Yankilevich. 

Y concluye: “La creación de Genomap representa la satisfacción de convertir mis conocimientos científicos en soluciones reales para apoyar el desarrollo de proyectos biotecnológicos y biomédicos locales, y en última instancia mejorar la atención médica de los pacientes”.

Para conocer más sobre la historia de Genomap, mirá este video.

Por Bruno Geller

CONICET

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